lunes, 29 de noviembre de 2010

Museo Sorolla

Joaquín Sorolla, autorretrato.





Delicioso Museo del genio valenciano, ubicado en lo que fue su vivienda en Madrid. Un palacete, entonces a las afueras, y que hoy ha resistido al empuje de los grandes edificios de viviendas que lo rodean. Una casa burguesa, con poderío, pues D. Joaquín fue un pintor que gozó de gran éxito en vida. No fue un Impresionista puro, pero si el que más se acercó a este grupo, por el tratamiento de la luz, el paisaje y los temas. Sus obras ambientadas en su mediterraneo natal, son el culmen del paisajismo español de finales del XIX. Y hay en su Museo una buena muestra de ellas. La visita se articula alrededor de sus espacios vitales dentro y fuera de su maravillosa casa.
Entras al Museo por el jardín, una delicia proyectada por el propietario que rinde homenaje a los jardines nazaries de la Alhambra. Un remanso de paz y rumor de agua, complementado con cenadores, estatuas clásicas y olores y fragancias de azahar y hierbabuena. Te puedes dirigir entonces a la zona del sótano, donde se expone una extensa y valiosa colección de cerámica atesorada por Sorolla y sus familia. Son piezas exquisitas, pintadas de vivos colores y adquiridas en los múltiples viajes del artista. Accedes entonces a la vivienda por la zona de trabajo del pintor. Son tres grandes espacios, añadidos posteriormente a la vivienda, diáfanos y luminosos, que se dedicaban a, preparación y embalaje de las obras terminadas el primero, recibidor de compradores el segundo, y el taller del artista el tercero. En las dos primeras salas cuelgan obras importantísimas que abarcan todos los periodos creativos, y en el taller, para mí el espacio más interesante del Museo, se muestra todo como si el Maestro acabara de salir de allí. Este sancta sanctorum está plagado de objetos, antiguedades, muebles, obras de otros pintores, pinceles, tubos y toda la cotidianiedad que le rodeaba. Se puede curiosear sin límite en este sensacional ambiente.


Entrada a la casa.
Pasamos después a su casa, grande, bella y decorada al gusto art decó de la época. Lamparas de Tiffany, muebles de maderas nobles, esculturas de su hija y un pequeño salón-comedor precioso, con las paredes pintadas por el propio artista y una chimenea curiosa. En la planta alta y que correspondía originalmente a la zona de habitaciones, cuelgan otra buena cantidad de pinturas del Maestro, entre las que se encuentran los bocetos que realizó por encargo para la Hispanic Society, sobre costumbres regionales españolas. No cuenta con tienda de souvenirs, aunque en la entrada, donde compras los tickets, se pueden adquirir catálogos, alguna reproducción pequeña y libros biográficos y de su trabajo. A los que no halláis ido os recomiendo su visita, os agradará porque todo allí es bello. La sola contemplación de tanta obra de Sorolla junta, merecería la visita, pero es que el jardín, el taller, el sub-museo cerámico o las dependencias de su vivienda hacen las veces de Museo Etnográfico que nos ayudan a comprender la época que vivió y, sobre todo, la personalidad de este grande de nuestra pintura. En este enlace encontraréis más información: museosorolla.mcu.es







Vista del jardín.

El estudio.


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