miércoles, 6 de julio de 2011

El Pabellón Español. Paris 1937. 1ª Parte.

Guernica, 1937.
El Gobierno legítimo de España en 1937 fue invitado a la Exposición Internacional que debía celebrarse de mayo a noviembre en París. Estábamos en guerra, si, pero en el resto de Europa no se podía estar lo que se dice tranquilo. Se vislumbraban las proclamas de los nazis, que acababan de ganar las elecciones en Alemania y el ambiente era, digamos, tenso.
Cartel de la Expo.

En abril, escasamente un mes antes de la exposición, la aviación alemana había masacrado la villa de Guernica ante el silencio generalizado de los gobiernos europeos. El terror empezaba a tomar forma y se representaba a la perfección en el águila descomunal que los alemanes colocaron como remate de su pabellón en París. El Presidente Negrín, lejos de amilanarse aceptó la invitación y el solar que nos ofrecían a escasos metros de los asesinos...
Noticia el día 4-5-37.


Sin apenas tiempo ni presupuesto se encargó a los arquitectos Josep Lluis Sert y Luis Lacasa la construcción. El solar era bastante irregular, en cuesta, y con unos cuantos árboles que no se podían tocar. Sert, que era amigo de Le Corbusier, era ya un arquitecto consagrado y reconocido. Optó por un edificio racionalista, habitable, manejable y con mucha luz natural. Con su patio central típico español y tres plantas diáfanas que se compartimentaban con tabiques prefabricados móviles. No es que fuera una revolución pero si un agradable contraste con los demás pabellones enormes, historicistas y poco funcionales, como los de Francia, Rusia, Alemania, etc.


El pabellón alemán.
Sert entregó el pabellón a tiempo y Negrín plantó la bandera republicana desafiante frente al aguilón germano. El envoltorio estaba a punto, ahora había que plantear el contenido. La mayoría de los países optaron por mostrar sus avances tecnológicos... España decidió poner el acento en lo que nuestro vecinos no querían ver: el avance inexorable del fascismo personificado en el eje Hitler-Mussolini-Franco. Y lo hizo del modo que mejor podía hacerlo... llamando a los artistas para que plasmaran el horror y removieran las conciencias de los visitantes.
Maqueta del pabellón español.

Y así, sin pretenderlo, España conformó un auténtico Museo de Arte Contemporáneo que, como no podía ser de otro modo, fue un pelotazo. Los visitantes coparon el pabellón, y además de informarse de primera mano sobre la marcha del conflicto, contribuían con donativos y se solidarizaban con el sufrimiento del pueblo español. El reclamo era de categoría, por supuesto:  Julio González, Alberto Sánchez, Alexander Calder y Emiliano Barral, escultores. Picasso, Miró, Gutierrez Solana, Ramón Gaya, pintores. García Lorca, poesía. Luis Buñuel, contenidos audio-visuales...

Reconstrucción del pabellón en Barcelona.


Y los que me dejo. Muchas de esas obras se pueden contemplar hoy día en el Reina Sofía, agrupadas alrededor del Guernica, con la maqueta del pabellón, carteles del conflicto de ambos bandos y una serie de fotografías de Dora Maar en la que retrata el proceso de creación del mural de Picasso que fue la gran estrella de aquel pabellón y aquella exposición. Continuará...
Entrada con la escultura de Alberto Sánchez.

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